A mi tía le amputaron una pierna. Tenía las arterias bloqueadas y padecía unos dolores insoportables. Y yo estoy seguro que su pierna merecía un entierro digno. Mucho mejor que el que le dió Santa Anna a su extremidad inferior.
Yo no estoy dispuesto a padecer ningún tipo de enfermedad ni nada de eso. Antes prefiero una vida sana y/o hacerme ciudadano de un país como Suiza; buscarme un lugar donde pueda llevar a cabo mi suicidio asistido. Un suicidio común y corriente (no asistido) será, en último caso mi último recurso.
Ayer salí a correr al cerro de Loreto. Pude ver El Centro Expositor (antes recinto ferial): quedó magnífico, impresionante. Y pude hacer el saludo del sol.
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